¿Estás repitiendo lo mismo una y otra y otra vez y no hayas cómo parar de una vez por todas? ¡Alerta! ¡Alerta! Estás frente a un hábito que te domina.
El buen Charles Reade, Novelista Británico nos motiva a reflexionar al respecto con su frase muy conocida: “Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino”.
Un hábito surge por la repetición de un hecho cotidiano y puede ser bueno o malo y en este punto nuestro cerebro no reconoce tal diferencia por eso si tienes un mal hábito siempre te estará acechando, esperando una señal para activarse así como una recompensa por haberse llevado a cabo, la cual no precisamente será muy buena. La culpabilidad estará tocando a tu puerta y perturbará tu mente.
De igual manera un buen hábito esperará una señal para motivarte a actuar por un bien. Espera una gran recompensa por ello. Un pequeño acto produce un macro efecto y, este acto repetido se convertirá en un hábito que dominará tu vida.
Adquirimos hábitos desde pequeños, los repetimos siendo jóvenes, adultos y hasta podemos morir con ellos, cada uno de ellos influyen en nuestra salud física, emocional y espiritual o dicho de otra manera; en todo nuestro ser.
Con frecuencia somos motivados por alguna otra persona o por alguna necesidad para realizar un acto que con la práctica constante lo convertimos en un hábito en nuestra vida: El hábito de levantarnos temprano, de ir a correr, de desayunar a cierta hora, de planear nuestro día, de elevar una oración de gratitud antes de tomar los alimentos, éstos y muchos más son algunos muy buenos que traerán consecuencias y recompensas excelentes a nuestra vida pero, existe el otro lado de la moneda, si analizamos cómo estamos ahora y nos sentimos heridos, culpables, con remordimientos, insatisfechos, nos criticamos y renegamos de nuestra situación; posiblemente sea porque tus malos hábitos te han llevado hasta este punto. Cada hábito puede ser una maldición o una bendición, dependiendo en qué lado de la balanza caigan.
La buena noticia es que los hábitos se pueden cambiar, sustituir o eliminar por completo.
Existen tres pasos para crear un hábito:
- Esperar una señal: Aquí hablamos de una tentación, siempre habrá una para hacerte caer ya sea buena o mala.
- Rutina: ¿A qué no puedes comer solo una? ¿Recuerdas esta frase? Seguro lo harás una y otra y otra vez, porque te agradará (sea buena o mala).
- Recompensa: Seguro llegará. Si la tentación en que caíste fue buena, la recompensa ayudará de manera positiva a todo tu ser; espíritu, alma y cuerpo; si fue mala afectará de manera contraria, trayendo destrucción en todas direcciones.
Cómo ves, todos tenemos hábitos, los cuales moldean nuestro carácter y marcan nuestro destino. ¿Ya identificaste el tuyo?
Te invito a hacer el siguiente ejercicio:
- Identifica tus buenos y malos hábitos.
- Haz una lista de cada uno de ellos.
- Analiza las recompensas que has tenido, sean buenas o malas.
- Mírate al espejo y ve cómo este hábito ha afectado tu físico.
- Cierra los ojos y mira hacia tu corazón, ¿Está contento por su resultado?
- Piensa si este hábito te ha acercado más a tu diseñador y ahora eres un ser más espiritual que antes.
- Cambia o sustituye un mal hábito por uno mejor, ¡Nunca es tarde para comenzar!
Cómo ves, el problema no es que un hábito te domine, el problema es que un hábito te destruya y te desvíe del propósito que tu diseñador tiene para ti, los cuales seguramente son de bien y no de mal.
Dejame te comparto un secreto: “Tengo un hábito que me domina”, el hábito de AGRADECER, así que te agradezco tu buen hábito de leer cada artículo que escribo con mucho cariño para tÍ, gracias por leer hasta el final, siempre en el punto final mi intención es que te quedes con un mensaje de gran valor para tu vida.
Y tú, ¿Puedes compartirnos un buen hábito que te domina?
“Un buen hábito que me apasiona: Amar y perdonar”